Este artículo ha sido traducido y cedido por gentileza de «L’Etudi» Centro de Técnica F.M. Alexander de Barcelona. Su uso es para fines específicos de estudio dentro de ETABA y no tienen permiso de distribución o utilización fuera del ámbito de ETABA.
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Centro de Técnica F.M. Alexander Barcelona
Escuela do Formación de Profesores/as do Técnica F.M. Alexander autorizada por APTAE ,
Mas allá de las palabras
Cuando leí por primera vez el libro de Alexander, La Suprema Herencia del Hombre, pensé que sabía leer. Era joven y tenía la suficiente seguridad en mi mismo para creer que podía extraer de cualquier libro el argumento y la conclusión esenciales, que podía separar los hechos de la hipótesis y que podía valorar cualquier hipótesis que fuera producto de los prejuicios, condicionamientos o influencias emocionales del autor. Por lo tanto, me creía capaz de juzgar la valía de un libro, así como su posible contribución al entendimiento y el conocimiento.
El libro de Alexander me dejó aturdido. No podía entenderlo ni era capaz de analizarlo; Sin embargo, tampoco podía dejarlo de lado. Fue cuando conocí a Alexander y sentí sus manos sobre mí que empecé a darme cuenta de que en esto, había algo fuera de lo normal, algo realmente especial y único.
Existe un antiguo refrán chino que dice: «El que prueba, sabe.»Creo todos los que acudieron a Alexander, desde que inició su enseñanza, pudieron experimentarlo. Al principio era algo difícil de valorar, una sensación de ligereza, de relajación y una liberación de la contracción. Pero cuando esto daba lugar a una mejora evidente en la respiración, en la utilización de la voz, en el dominio del movimiento, el equilibrio y la postura y en otros aspectos del funcionamiento general del organismo, los resultados eran indiscutibles.
El hablaba del uso de uno mismo, pero todos querían una explicación de cómo se obtenían estos resultados. Querían entender el mecanismo de base, las causas anatómicas y fisiológicas de los cambios que se producían. Pero a pesar de los avances de la ciencia moderna, no es fácil procurar dicha información. Las posibles explicaciones son más bien tentativas y están basadas en un
conocimiento limitado del funcionamiento del cerebro y el sistema nervioso central. Cuando Alexander empezó a enseñar en 1894, este campo de investigación estaba en pañales.
Lo que él hizo fue desarrollar una técnica práctica para que se efectuaran cambios, primero en su propio comportamiento, y después en el de los demás, cambios que eran claramente deseables ya que daban lugar a resultados tangibles. A medida que fue adquiriendo experiencia, sus resultados fueron ganando consistencia. Como todos los demás, él estaba fascinado por las explicaciones científicas que iban surgiendo, pero éstas no hacían mas que confirmar lo que él ya sabía y había establecido de una forma práctica. La naturaleza de su técnica, que comprende procesos de pensamiento consciente, derivados de la cualidad de observación y atención conscientes, no se vió afectada por los datos que fueron apareciendo de otras fuentes.
Los procesos que él defendía, de inhibición consciente y dirección consciente, constituían un método único para rectificar las consecuencias de una interferencia habitual, y en gran parte subconsciente, en el funcionamiento natural de uno mismo. La inhibición consciente era una cuestión de tomar una decisión para no consentir una acción, en circunstancias en las que de otra manera automáticamente se produciría una respuesta habitual. La dirección consciente era tomar la decisión de que cierto movimiento debía ocurrir: dado que la fuerza de gravedad opera perpetuamente en una dirección hacia abajo, el movimiento primario requerido es una fuerza contraria en una dirección hacia arriba. Alexander observó, en sí mismo y en otros, que este proceso es habitualmente interferido en la mayor parte de las actividades de nuestra vida.
Por lo tanto, como medida preventiva, se requiere una dirección hacia arriba consciente y constante. Pero en vista de la naturaleza del mecanismo de equilibrio postural, esta dirección ha de ser mas específica que lo que indica la palabra arriba, ha de ser una dirección que asegure la posición libre de la cabeza en el extremo de la espina dorsal, para que no se incline hacia atrás ni hacia abajo. Es algo que ha de mostrarse, no puede describirse adecuadamente con palabras.
Un ejemplo práctico de la aplicación de esta Técnica: si pensamos en el hábito casi universal de aguantar la respiración en condiciones de ansiedad o concentración, esto puede inhibirse si hay conciencia y determinación. De forma similar, el impulso de respirar inhalando o aspirando con fuerza, puede superarse cuando se entiende correctamente el proceso natural de la respiración. Con tal de que haya un cierto grado de vacío en los pulmones, la inspiración está asegurada por la existencia de la presión atmosférica. Pero si la caja torácica se colapsa globalmente en cada espiración, no puede existir dicho vacío. Mediante la dirección consciente hacia arriba, y el deseo de emplear la estatura natural total del cuerpo, el proceso de exhalación tiene como consecuencia natural la creación de un vacío parcial en la cavidad torácica: de esta forma la inspiración tiene lugar automáticamente evitándose la inhalación y aspiración forzadas.
Alexander no era dado a la especulación filosófica o teórica. Le importaban los procedimientos prácticos y los resultados en la mejora del uso de nuestros recursos psico-físicos y en el funcionamiento del organismo como un todo. Si lo que él hallaba en su experiencia sugería implicaciones de tipo filosófico, él, por su parte, dejaba que otros las exploraran.
Así pues, la Técnica es algo para practicar y para poner en práctica, algo que debe experimentarse para poder entenderlo. No puede aprenderse en un libro.
Aunque las palabras sean un componente inevitable del proceso de comunicación, resultan desgraciadamente inadecuadas a la hora de describir un procedimiento práctico. Alexander era totalmente consciente de esto y buscaba continuamente nuevas formas para describir lo que había experimentado. Sus escritos fueron siempre el fruto de un trabajo arduo y difícil y el resultado de una experiencia en continuo desarrollo. Su esfuerzo se verá recompensado con la lectura repetida de los mismos, por quienes aspiren a seguir sus pasos.
Una cuestión a menudo debatida, es si su trabajo puede considerarse realmente científico. El Profesor Dart, famoso antropólogo y profesor de anatomía, estudió a fondo la base anatómica y fisiológica de la técnica. También la puso en práctica. Concluyó que no eran necesarias mas demostraciones; Como solía decir, la técnica se había demostrado por sí misma y ahora nuestra labor era la de aprender mas y enseñar mejor.
Siempre habrá, no obstante, quienes necesiten lo que llaman una «demostración científica». Deben reconocer que la ciencia es en gran parte un proceso inductivo, el de razonar de lo particular a lo general, una cuestión de mesurar y, cuando es posible, valorar estadísticamente. Es, sin duda alguna, un paso grande y seguro hacia el conocimiento. Pero, como Alexander remarcaba incansablemente, su técnica es una cuestión individual. Mientras que los procesos simples de la técnica, básicamente procesos de pensamiento consciente, pueden aplicarse a nivel universal, los resultados serán tan variados como la individualidad de las personas implicadas, difíciles de cuantificar o de tratar estadísticamente.
Todos tenemos nuestras propias vidas individuales que vivir, con nuestras propias experiencias individuales, nuestras percepciones propias únicas y el entendimiento propio de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Pero lo que todos podemos experimentar, siguiendo el camino que Alexander inició y marcó, es una muestra de lo que él describió como la «herencia suprema del hombre», la realización del pleno potencial que supone la conciencia individual de nosotros mismos.
Texto extraído del libro «Curiosity Recaptured»
Autor : Walter Carrington
Traducción: Isabel Caragol